El final de curso siempre me despierta una maraña de emociones, que parezco más el "monstruo de colores" hecha un lío totalmente. Por un lado, tengo ganas de descansar y de irme de vacaciones, pero por otro lado me da una pena enorme despedirme de los niños y niñas y de nuestras experiencias diarias, tan intensas y bonitas.
Hemos vivido mil historias en este curso. ¿Os acordáis cuando empezamos los primeros días? Qué pequeños se veían, y qué miedo teníais de dejarlos allí, con unas maestras desconocidas y con una pandemia amenazante pisando los talones.
Pero pronto descubrimos que el cole era seguro, y que poco a poco los dejabais más tranquilos. Y a partir de ahí... todo fue rodado.
Los niños y niñas llegaban al cole con alegría, ilusión, sonrisa en sus boquitas, y ojitos felices. Y no hay nada más bonito que ver sus caritas alegres cuando abro la puerta a las nueve de la mañana.
Lo del gel en las manos... prueba superada. Ya saben echarse ellos solitos y conocen perfectamente los motivos y la importancia de desinfectarlo todo cada día. La pandemia no nos ha impedido construir nuestro propio mundo, sumergirnos en un mar de proyectos interesantes y volar como bichitos respetando sus diferentes colores y formas de vida.
Nuestros niños y niñas, han hecho sus primeros grupos de amigos y amigas en el cole; personas que para ellos y ellas son importantes y que ya forman parte de su lista de preferencias para ir al parque, la playa o piscina.
Y es que en nuestra clase de 3 años lo más importante no son las letras ni los números, que también, pero no. En nuestra clase lo principal es la alegría de estar ahí porque si; lo principal es sentirse seguro y con confianza para opinar y expresarse libremente; lo principal es respetar a los compañeros y compañeras; lo principal es jugar y divertirse mientras aprenden; lo principal son las personas, y mi tarea ayudarles a que crezcan cada día un poquito.
Hoy quiero felicitaros a todos y todas por vuestro esfuerzo en este curso tan difícil; por enseñarme muchísimo con las experiencias vividas; y por regalarme tanto cariño sin condiciones. Yo también he intentado regalaros el mío cada día, porque es lo primero que hago como maestra cuando entro a una clase. No hay aprendizaje sin emociones positivas, y eso se consigue en un ambiente de cariño y confianza mutua.
También quiero daros las gracias a vosotras mamás y a vosotros papás, por ayudarles en las tareas de casa, y por comprender mis fallos y convertirlos en aprendizaje para los niños, por participar cuando os he necesitado, y porque sois muy necesarios para que el cole cumpla sus objetivos.
El próximo curso volveremos a vernos, a vivir momentos bonitos y a seguir creciendo juntos en nuestro cole Infanta Leonor.
Aquí os dejo algunas imágenes y vídeos de final de curso.